A partir de este mes, el Universo tendrá una nueva forma de contarse: el Telescopio de Investigación Simonyi, en el Observatorio Vera C. Rubin, comienza a capturar las imágenes que darán forma a la película astronómica más asombrosa de todos los tiempos. Este coloso científico, ubicado en Cerro Pachón, Chile, promete observar 20 mil millones de galaxias y 17 mil millones de estrellas cada tres días, y en esta misión sin precedentes, México juega un papel protagónico.
Con una cámara de 3,200 millones de píxeles —la más grande jamás construida— el telescopio registrará durante una década los cambios más sutiles y dramáticos del cielo nocturno. Y entre los cerebros detrás del ambicioso proyecto está un equipo multidisciplinario de científicas y científicos mexicanos, liderados por Octavio Valenzuela Tijerino y Rosa Amelia González López Lira de la UNAM, y Alma Xóchitl González Morales de la Universidad de Guanajuato.

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Observatorio Rubin en marzo de 2024.

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Carlos Morales, uno de los Observadores Especializados de Rubin, trabajando en la Sala de Control el 14 de marzo de 2024.

México observa el cielo… y también lo analiza
Un total de 50 investigadores mexicanos, pertenecientes a instituciones como la UNAM, la Universidad de Guanajuato, la Universidad Michoacana, el CINVESTAV y otras, participan activamente en distintas áreas del proyecto, desde el desarrollo de software y algoritmos con inteligencia artificial, hasta la instalación de un centro de datos en la UNAM, que recibirá y procesará parte de los 30 terabytes de información que se generarán cada noche.
“El Rubin será capaz de detectar fenómenos fugaces y objetos que nunca antes se han observado. Desde supernovas raras hasta lentes gravitacionales que revelan la materia oscura del cosmos”, explicó González López Lira, del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica.
Ciencia de frontera… y participación ciudadana
Pero este proyecto no solo está hecho para científicos. Cualquier persona con acceso a internet podrá colaborar desde casa, ayudando a clasificar galaxias, programar pequeños algoritmos o detectar cambios en los objetos celestes. Se trata de uno de los proyectos de ciencia ciudadana más grandes del mundo.
“Con esta iniciativa queremos que la sociedad mexicana vea cómo se construye la ciencia, cómo se genera conocimiento y cómo pueden ser parte de ello”, destacó Valenzuela Tijerino, investigador del Instituto de Astronomía.

Un telescopio para ver el pasado y el futuro del Universo
El Vera C. Rubin no es solo un telescopio. Es una máquina del tiempo capaz de mirar los secretos más profundos del espacio-tiempo. A través de su lente de 1.65 metros de ancho, podrá detectar lentes gravitacionales —fenómeno que permite ver objetos muy lejanos gracias a la distorsión de la luz— y fenómenos vinculados con las ondas gravitacionales, materia oscura y energía oscura.
Actualmente se conocen alrededor de 2 mil lentes gravitacionales. Con este proyecto, se espera encontrar hasta un millón. Para lograrlo, estudiantes y expertos mexicanos están diseñando modelos de inteligencia artificial que permitan identificar estos fenómenos “como agujas en un pajar”.
Tecnología que transforma más allá de la astronomía
Además de revolucionar nuestra comprensión del cosmos, este proyecto impulsa el desarrollo de tecnologías aplicables en otras áreas: procesamiento de datos a gran escala, monitoreo climático, inteligencia artificial, infraestructura digital… todo esto gracias a la inversión en ciencia básica.
“A veces se cuestiona por qué mirar al cielo, pero gracias a proyectos como este, se desarrollan tecnologías que transforman nuestras vidas”, señaló Valenzuela.

Instituciones participantes
Además de la UNAM, participan la Universidad de Guanajuato, la BUAP, el CINVESTAV, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares y el Mesoamerican Centre for Theoretical Physics. Por parte de la UNAM colaboran el Instituto de Astronomía, el IRyA, el IIMAS, el Instituto de Ciencias Físicas, el Instituto de Ciencias Nucleares y la Facultad de Ciencias.
El Observatorio Vera C. Rubin es financiado por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF), el Departamento de Energía (DOE) y diversas organizaciones científicas internacionales.
Un legado con nombre de mujer
El observatorio lleva el nombre de Vera Rubin, la astrónoma que ofreció las primeras pruebas concluyentes sobre la existencia de la materia oscura. Su legado vive en cada imagen, en cada dato, y hoy también en la participación destacada de científicas mexicanas que lideran este viaje hacia lo desconocido.
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Rubin hace visible lo invisible. Grupo de galaxias en interacción en una pequeña zona en la dirección del cúmulo de galaxias de Virgo. El material estelar difuso era difícilmente detectable en imágenes previas y principalmente en los sistemas más masivos y cercanos, contiene información de la historia de crecimiento de las galaxias y de la materia oscura. Es un pequeño ejemplo apenas de todo el tesoro cósmico presente en las imágenes de Rubin las cuales requieren de muchos esfuerzos transdisciplinarios para realizarse y México es parte de este esfuerzo transformativo.